“En cada época se vuelve a escribir la historia.”
Jean-Marie Domenach
Vivimos en un caos que parece desconocer la noción de
tiempo. Existen dos maneras de asegurar
el triunfo de la razón sobre el caos, afirma Domenach: una es abrir un camino
hacia el paraíso revolucionario, la otra consiste en disolver los acontecimientos
mismos en una continuidad en la que la libertad y la finalidad dejen lugar a
grandes mareas colectivas.
La construcción de un discurso histórico, hecho fundacional
de cualquier movimiento político argentino que se precie, conlleva la necesidad
de la destrucción del panteón de la época anterior. Si es Rosas o Sarmiento, Moreno o Rivadavia, el
paso de los diferentes gobiernos constitucionales y no constitucionales han
sido responsables de poner y sacar de los libros de historia a los hombres y
mujeres que formaron parte del pasado de nuestro país. Para muestra alcanza con
recordar la disolución por decreto del Instituto
Nacional de Revisionismo Histórico Argentino e Iberoamericano Manuel Dorrego, apenas asumido el gobierno del
Ingeniero Macri.
La historia escrita por el devaluado (si de moneda de curso
legal habláramos) Bartolomé Mitre, siempre ha sido el ancla, el cimiento sobre
el que el conservadurismo liberal y oligárquico argentino construye y construyó una mirada del pasado y
del presente, es
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Don Bartolomé ni para un caramelo alcanza. |
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Generala de la América Latina |
Por otro lado, la construcción de un
discurso historiográfico que sigue la línea San Martín, Rosas, Perón ha sido
siempre más afín a los gobiernos Nacionales y Populares. Recordemos el ya mencionado Instituto
Dorrego que fue creado por CFK por decreto 1880/2011 y encabezado por Mario Ernesto “Pacho” O´Donnell. Este movimiento
historiográfico contaba con la participación de hombres y
mujeres de la talla de Hugo Chumbita, Aracelli Bellota, Felipe Pigna, Enrique
Manson, entre otros y algunos periodistas que abrazan el interés por la
historia argentina.
El estado constante de emergencia,
aquello que Braudel llamaba acontecimiento, parece haber dejado a un lado este
tipo de construcción durante el gobierno actual. Aunque si lo analizamos detenidamente, nunca
hubo mayor intención (quizás luego de 1955) de borrar, invisibilizar y en caso de no lograrlo demonizar una
construcción de carácter popular que incluía e incluye a hombres y mujeres de
diferentes edades. Allí confluían y aún
lo hacen, los más variados pensamientos y posiciones. Es así que se obtuvieron derechos que van
desde la identidad de género y el matrimonio igualitario a la AUH entre muchos
otros.
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La lectura de la historia Nacional y Popular propone una línea entre San Martín, Rosas y Juan D Perón |
Cada una de las políticas de Estado
del actual gobierno, cada una de las decisiones que benefician a unos en
desmedro de los derechos de otros, cada dólar lavado a partir de la decisión del
blanqueamiento de capitales, la liberación del cepo cambiario, la apertura de
importaciones, la anulación de las retenciones a algunos productos agrícolas,
la persecución a medios y periodistas que no son afines al establishment, la
represión de las manifestaciones, el lugar que vuelve a ocupar el aparato
represivo del Estado, la desaparición de SANTIAGO MALDONADO, el sostenimiento
de políticas neoliberales de endeudamiento y ajuste, la suba de servicios, la
flexibilización laboral, etc, etc, etc, poseen una carga histórica tan antigua
como la propia creación del Estado Argentino.
Subyace en cada decisión casi un manual de operaciones que se repite como
se repitió en épocas anteriores.
El trabajo del historiador parece ser
un arte de resistencia. Tan cercana es su
labor a los acontecimientos políticos, sociales y económicos de un país que su
trabajo cada vez se encuentra más comprometido con la cotidianidad. Bienvenida sea
esta necesidad aunque de un lado y del otro de los discursos haya algunos
oportunistas y especuladores que venden la tinta de su pluma a precio de
mercado.
marianotripi@gmail.com
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