sábado, 21 de octubre de 2017

Tan iguales, Tan distintos.

El gobierno de CFK fue una asociación ilícita.  Durante 12 años el país estuvo administrado por un grupo de funcionarios que tenía por objetivo central delinquir y vaciar las arcas del Estado.  Ese grupo “K”, fue contra todos los intereses de la Argentina. Se opuso a la concentración de los medios de comunicación y su incalculable rentabilidad y concentración de poder, entonces son unos ladrones. Este grupo de malhechores organizados  despilfarraron el dinero de los contribuyentes de la acomodada clase media para mantener a mal entretenidos, vagos, inmigrantes y básicamente todo aquel que no conoce las buenas costumbres, no tiene apego al trabajo y no quiere ganarse con el sudor de su frente el pan de cada día; estos dirigentes son unos demagogos y la peor de todas es CFK…

Es que la masa olorosa da miedo. Ya pasó en Octubre de 1945 con el aluvión zoológico.  Encima  esos mismos que se atrevieron a mojar sus pies en las sacrosantas fuentes de la Plaza de la Victoria, comienzan a tener protagonismo en el desarrollo de una nueva y desordenada “sociedad”argentina que se vanagloria de ser prácticamente feudal.  Y si hasta las mujeres votan.  Lo menos parecido a un ciudadano con derechos políticos son un pobre y una mujer, y esta actriz, hija bastarda, nacida en un pueblucho inmundo universaliza el voto y encima encabeza sus reclamos.  Ellos no la van a olvidar, crecerán recordando el día en que empezaron a llorarla.  Los descamisados hacen de ella la bandera de cada una de sus luchas.  El peronismo de convierte por acción y mística en una forma de vida, en una manera de mirar y sentir. 

Los aviones sobrevuelan la plaza y la bombardean intentando dar muerte al General.  Poco tiempo después el hombre que había congregado una multitud pidiendo por su libertad, con el apoyo de los trabajadores que hubiesen dado su vida empuñando las armas contra el usurpador, se refugia en el Paraguay y es destituido en nombre de las Instituciones y la República.  A partir de ese momento, más específicamente con la llegada de Pedro Eugenio Aramburu, y con el apoyo de todos los partidos políticos no peronistas y los sectores liberales y religiosos, la Revolución Libertadora, comenzó con un plan sistemático de desperonización.

El 24 de noviembre de 1955 se firma el Decreto Ley 3855[1]
en el cual se decide disolver el Partido Peronista Masculino y Femenino en todo el territorio de la República.  El gobierno, que había sido elegido democráticamente y por amplia mayoría, fue definido como dictadura totalitaria, causante de enormes daños al país.  A Juan Domingo Perón, a quien en el decreto nunca se lo menciona, se lo trata de dictador, responsable de desviaciones, arbitrariedades y violaciones que desconocen toda norma jurídica y desnaturaliza los principios éticos y sociales de la sociedad occidental.  En todo momento se insiste en la inconstitucionalidad del gobierno derrocado.

La Fusiladora que asesinó al General Juan José Valle y mató
a sangre fría en los basurales de José León Suarez,  a quienes se levantaron junto a él, se presentaba ante la sociedad como la defensora de la democracia, la institucionalidad, la libertad y los valores cívicos, políticos y religiosos que el peronismo se había ocupado de borrar en poco menos de diez años de gobierno. 


El 13 de Noviembre asume Pedro Eugenio Aramburu.  Nacido en Córdoba en 1903, encabezó el golpe de Estado y se convirtió poco después en presidente de facto remplazando a Eduardo Lonardi quien había comenzado con el proceso que Aramburu radicalizaría con su ascenso al poder. Con claras intenciones de perpetuarse en el poder a través de un fraudulento proceso de elecciones en las que el peronismo estaría proscripto, fue responsable del decreto ley 4161[2] en el que se prohíbe en el territorio argentino todo aquello que tuviese relación con el régimen depuesto.



El 9 de Marzo de 1956 se conoce a través del boletín oficial el decreto que entre otras cosas llevará a la proscripción del PERONISMO, la prohibición del uso de cualquier imagen relacionada con el gobierno derrocado, la persecución de sus dirigentes, imposición de multas, inhabilitaciones, arresto, clausura de empresas comerciales, etc.  Se llamó a Perón Tirano y no se le perdonó jamás haber logrado la soberanía económica del Imperio Inglés, quien arremetería con furia con el apoyo siempre incondicional de los grupos oligárquicos argentinos, los partidos liberales, la iglesia católica y algunos grupos minúsculos que suelen embanderarse de rojo pero han sido siempre funcionales a los intereses de las minorías acomodadas.  En palabras de Fermín Chávez, es posible que los ingleses hayan hecho el cálculo, y que decidieran intervenir, contando como contaban con fuerte aliados en la marina de guerra argentina.[3]

Entre los retrocesos que sufriría el país durante el siniestro proceso encabezado por la revolución que defendía los valores republicanos, católicos y democráticos se encontraban la anulación de la Carta Magna reformada en 1949 en la que se establecían, entre otros, los derechos laborales y sociales: jornada de 8 horas, vacaciones pagas, aguinaldo, igualdad jurídica del hombre y la mujer, se reconoce como constitucional la justicia social, etc.  Por otro lado, se suspende la Ley de Divorcio Vincular, se disuelve el I.A.P.I. (Instituto Argentino de Promoción del Intercambio), se toma deuda externa, se desnacionalizan los depósitos bancarios, se ingresa al FMI (ingreso al que Perón se había resistido enérgicamente), se aplica la Ley Marcial que habilita los fusilamientos de hombres y mujeres que comienzan a formar parte de lo que se conocería en adelante como la Resistencia Peronista.

Tan igual y tan distinto. Las mismas palabras, el mismo discurso.  La misma prepotencia, los mismos intereses.  Autoritarismo, régimen, adoctrinamiento, acusaciones infundadas de corrupción a granel (aunque algunas de ellas merecen un serio trabajo de la justicia y no del partido judicial).  Se vuelve hablar de prohibición, libertad de expresión suprimida, armonía entre argentinos (léase grieta).  Tan iguales y tan distintos.  El imperio y sus lacayos vuelven por lo que siempre consideraron que les pertenece, lo nuestro.


marianotripi@gmail.com






[1] Decreto Ley 3.855/55. BUENOS AIRES, 24 de Noviembre de 1955. Boletín Oficial, 12 de Diciembre de 1955.
[2] http://repositorio.filo.uba.ar/bitstream/handle/filodigital/1143/uba_ffyl_t_2005_818293.pdf?sequence=1&isAllowed=y
[3] Fermín Chavez, Revista Primera Plana N° 507, 13 de Septiembre de 1973.

miércoles, 18 de octubre de 2017

Democracia, Paz y Prosperidad.

VENEZUELA, con el reciente acto electoral demostró, una vez más, ser un país libre y soberano para dirimir sus asuntos internos sin la injerencia interesada del imperialismo norteamericano y las oligarquías apátridas.
[ ]
Un tan alto porcentaje de participación, en un sistema de votación voluntaria, consolida la democracia y la paz y es un augurio de mayor y merecido bienestar para ese digno pueblo hermano.
La oposición, contando con el 80% de radio y televisión, el monopolio de las redes sociales y amplia libertad de difusión, no logró confundir, con sus mentiras, al 54% de electores conscientes.
Ese acto eleccionario fue un episodio más en la lucha que sostenemos los pueblo del mundo en contra de las oligarquías y el imperialismo por terminar con el saqueo de nuestras riquezas naturales y la explotación humana.
El heroico pueblo Venezolano con su ejemplo de lucha y aporte a conciencia libertaria merece la más amplia y firme solidaridad de los trabajadores del mundo.
Felicitaciones! Al pueblo Venezolano y a sus dirigentes por el extraordinario avance en cuanto a Democracia, Paz y Prosperidad.

Mendoza, Octubre de 2017

Carlos Ibañez

martes, 17 de octubre de 2017

El subsuelo de la Patria.

Por Enrique Manson

Los episodios del 17 de octubre de 1945 han sido relatados una y mil veces por historiadores y protagonistas.  Existen, sin embargo, algunos temas más o menos relevantes, que todavía se prestan a debate.


La importancia del suceso. Nada menos que la irrupción de la clase trabajadora en la condición de protagonista de nuestra
historia, y lo rico de muchas de las descripciones existentes hace que me limite a tratar de sintetizar los hechos principales, presentar mis puntos de vista acerca de las cuestiones en discusión y eche mano, para completar el relato, de algunos de los más ricos testimonios.


“Yo hice el 17 de Octubre”, afirma con escasa modestia y dudoso acierto el venerable Cipriano Reyes. ¿Quién lo organizó, en realidad? “¡Que se yo Nadie...Todos...” fue la respuesta que dio a esa pregunta de Arturo Jauretche el puntero de Gerli Pedro Arnaldi, cuando el martes le dio la primicia. “La gente se viene para Buenos Aires”, le contó al líder de FORJA, que se desayunaba en ese momento, “Todos están con Perón”[1]

“La cosa”, dice Félix Luna, “había empezado bien temprano, a la hora en que los obreros van llegando a las fábricas con la bronca del madrugón y el sabor amargo del mate en la boca. Pero esta vez no entrarían. Una consigna transmitida casi telepáticamente los detenía en los ingresos, los iba agrupando afuera y los fue sacando hacia las avenidas.”[2]

“En la mañana...vinieron a buscarnos al Sindicato....unos compañeros de Barracas.

-¿Qué pasa?

-En Avellaneda y Lanús la gente se está viniendo al centro...No sabemos quién lanzó la consigna, pero toda la gente está marchando hace algunas horas hacia Buenos Aires.

-Pero la CGT...dio la orden de la huelga general. ¿Qué es esta marcha?

- No sabemos. La cosa viene sola. Algunas fábricas que estaban trabajando...han parado el trabajo, pero los hombres, en vez de irse a la casa, enfilan hacia Plaza de Mayo.”[3]

“Había comenzado ya  la histórica jornada del 17 de octubre, con su epopeya popular, sin parangón en la historia política contemporánea. El día en que el pueblo irrumpió con toda la carga de viejas injusticias y de justos resentimientos contra la Argentina oficial. Una rebelión que pudo ocurrir en cualquier momento, empujando a los dirigentes desde abajo, porque el peronismo de octubre fue, por sobre todas las cosas, la realidad que se alzaba contra las formas racionales que le habían sido impuestas desde arriba, en la década del 80. Era en suma la faz escondida de la Argentina: la parte grande del témpano, inmersa y oculta bajo la línea de flotación...Faz que los viejos políticos y la intelligentzia desconocían y ni podían imaginar siquiera.”[4]

“Era muy de mañana...El coronel Perón había sido traído ya desde Martín García...De pronto me llegó desde el oeste un rumor como de multitudes que avanzaban gritando y cantando por la calle Rivadavia: el rumor fue creciendo y agigantándose, hasta que reconocí primero la música  de una canción popular y en seguida su letra: ‘Yo te daré / te daré, Patria hermosa / te daré una cosa / una cosa que empieza con P / ¡Peroooon!’ Y aquel ‘Perón’ retumbaba como un cañonazo...Me vestí apresuradamente, bajé a la calle y me uní a la multitud que avanzaba rumbo a la Plaza de Mayo. Vi reconocí y amé a los miles de rostros que la integraban: no había rencor en ellos, sino la alegría de salir a la visibilidad en reclamo de su líder. Era la Argentina ‘invisible’ que algunos habían anunciado literariamente, sin conocer ni amar sus millones de caras concretas y que no bien las conocieron les dieron la espalda.”[5]

La alegría y los cánticos. Esa era la característica identificatoria de los que desembarcaban en una ciudad que los miraba con temor y desconfianza. Perón no es un comunista / Perón no es un dictador / Perón es hijo del pueblo / y el pueblo está con Perón.

Perón en libertad.

Américo Ghioldi, entre la poesía y los análisis sociológicos, intentaba explicar los hechos, seis días después: “En los bajos y entresijos de la sociedad hay acumuladas miseria, dolor, ignorancia, indigencia más mental que física, infelicidad y sufrimiento. Cuando un cataclismo social o un estímulo de la policía moviliza las fuerzas latentes del resentimiento, cortan todas las contenciones morales, dan libertad a las potencias incontroladas, la parte del pueblo que vive ese resentimiento y acaso para su resentimiento, se desborda en las calles, amenaza, vocifera, atropella, asalta a diarios, persigue en su furia demoníaca a los propios adalides permanentes.”[6]

Otra forma de cataclismo fue la que vio Raúl Scalabrini Ortiz. “Un pujante palpitar sacudía la entraña de la ciudad. Un hálito áspero crecía en las densas vaharadas, mientras las multitudes continuaban llegando. Venían de las usinas de Puerto Nuevo, de los talleres de Chacarita y Villa Crespo, de las manufacturas de San Martín y Vicente López, de las fundiciones y acerías del Riachuelo, de las hilanderías de Barracas. Brotaban de los pantanos de Gerli y Avellaneda o descendían de las Lomas de Zamora. Hermanados en el mismo grito y en la misma fe iban el peón de campo de Cañuelas y el tornero de precisión, el fundidor, el mecánico de automóviles, el tejedor, la hilandera y el empleado de comercio. Era el subsuelo de la patria sublevada. Era el cimiento básico de la Nación que asomaba como asoman las épocas pretéritas de la tierra en la conmoción del terremoto...eran los hombres que están solos y esperan, que iniciaban sus tareas de reivindicación.”[7]

EVITA Y EL 17

A esta altura el debate sobre la participación de Evita Duarte en la organización de la jornada de octubre resulta ocioso.
No tiene valor alguno la leyenda que la pone a la cabeza de los trabadores o la hace circular por los gremios, lanzando consignas. Evita no tenía en octubre de 1945 ni la experiencia que ganaría aceleradamente en los años siguientes, ni mucho menos las relaciones políticas y sindicales indispensables.

Hizo todo lo posible, es decir lo que ella podía entonces, para lograr la libertad de su compañero, más allá, sin duda, de toda especulación política. Pero no pudo entrar al Hospital Militar ni conseguir el abogado que buscaba para gestionar un habeas corpus y, según parece, fue reconocida por un taxista que la entregó a los heroicos estudiantes que ocupaban la antigua facultad de Derecho en la Avenida Las Heras. Estos la golpearon y Evita se refugió aparentemente en la casa de su amiga, la actriz Pierina Dealessi.
Tuvo que seguir los acontecimientos por radio y, sólo después de medianoche pudo reunirse con Perón.
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A medio día la multitud en la Plaza era de varios miles. Vernengo Lima estaba preocupado y pretendía que la policía la desalojara, pero era evidente la actitud complaciente de ésta, que no cumplía las órdenes de Ramírez. El jefe, ante la indiferencia de los cuadros, terminó por dejar la renuncia en su despacho y mandarse a mudar. Más tarde Velazco se hizo cargo de la jefatura.

José María Rosa, que se había acercado, tal vez con más curiosidad que otra cosa, cuenta que oyó “consignas nacionalistas -nuestras consignas- que me desconcertaron porque no imaginaba que hubieran llegado hasta ellos. ‘¡Patria si, colonia no!’...Vi episodios entre dramáticos y risueños. Frente al edificio donde estaba entonces el Club del Progreso, en Avenida de Mayo al 600 un señor de edad trajeado a la antigua, de galera, cuello palomita y chaleco, apoyado en su bastón,...contemplaba el curioso espectáculo. Uno de los descamisados que marchaba por la vereda, dio un golpe con el pie al bastón haciendo caer al anciano. Este se levantó, y dio un bastonazo en la cabeza al insolente, que cayó al suelo...Los manifestantes...corrieron hacia él. El caballero de la galera y el bastón no escapó...Yo, y supongo que todos, lo dimos por muerto. Los descamisados llegaron hasta el caído, lo ayudaron a levantarse: ‘No te hemos dicho que hay que andar con cultura!...¡Discúlpelo, señor!"

“Comprendí que esa gente de bromas infantiles y procederes hidalgos,...que atravesaba el Riachuelo a nado, que venía de los más apartados arrabales para jugarse por un amigo, era mi gente, sentía la vida como yo, tenía mis valores, no se manejaba por palabras sino por realidades: era el pueblo, era mi pueblo, el pueblo argentino,...tantas veces mencionado en los programas de los partidos políticos y en los editoriales de los diarios...No era una entelequia: era algo real y vivo. Comprendí donde estaba el nacionalismo. Me vi multiplicado en mil caras, sentí la inmensa alegría de saber que no estaba sólo, que éramos muchos.”[8]


Sir David Kelly no era un nacionalista argentino en vías de descubrir al pueblo de carne y hueso cuando recibió el pedido de los gerentes de los ferrocarriles ingleses de quejarse al gobierno porque los trabajadores abandonaban sus tareas. “En la tarde de ese día decidí que era necesario ir a la Casa Rosada para decir que debían asumir la responsabilidad de proteger  los ferrocarriles. Debo confesar que me impulsaba asimismo una enorme curiosidad por saber que estaba pasando. Al acercarme a la Casa Rosada había un cordón de policía montada, pero no hacía esfuerzo alguno por impedir el paso de la gente ni se metía para nada con la multitud. El chofer quería retroceder y tuve que insistir para que siguiera adelante a muy poca velocidad. Tal como lo había esperado la multitud nos dio paso, no bien vio la bandera inglesa, limitándose a gritar en forma amistosa: ‘¡Abajo Braden! ¡Viva Perón!’. Llegué a la Casa Rosada y el ministro de Marina (el único que estaba en ese momento) me prometió que haría todo lo posible en el asunto de los ferrocarriles; pero por el momento ni el mismo estaba seguro de lo que estaba sucediendo.”[9]

Ni siquiera Perón estaba seguro. Las noticias que le llegaban al Hospital Militar hablaban de cientos de miles ocupando la Plaza de los grandes acontecimientos. En la avenida Luis María Campos, frente a las ventanas del Hospital, otra manifestación de avisados que se habían enterado de la presencia del coronel demostraba la veracidad de las noticias. Entre las muchas visitas que recibió en esa larga jornada estuvo un preocupado, ¿arrepentido?, Avalos. No se conoce el contenido de la conversación, aunque los que la seguían desde lejos testimonian que el ministro gesticulaba ampulosamente. Perón no la recordaba, o no quería recordarla, cuando Félix Luna le preguntó sobre el tema.

“...A Avalos lo vi en la Casa de Gobierno. Al menos no recuerdo haberlo visto a Avalos en el Hospital Militar. El que vino a verme fue el general Pistarini, de parte de Farrell. Yo le dije ‘mire, yo hago lo que ustedes quieran...No soy una manzana de la discordia...Ustedes han hecho un disparate y ahí tienen las consecuencias...

Entonces me llevaron a la Casa de Gobierno. Cuando llegué allí me encontré con Farrell, los ministros, los generales, etc. Me dijo Farrell: ‘Bueno, Perón, ¿qué pasa?’ Yo le contesté:

- Mi general, lo que hay que hacer es llamar a elecciones de una vez. ¿Que están esperando? Convocar a elecciones y que las fuerzas políticas se lancen a la lucha...

- Eso ya está listo - me contestó - y no va a haber problemas.

- Bueno, entonces me voy a mi casa...

- ¿No, déjese de joder! -me dijo y me agarró de la mano- esta gente está exacerbada, nos van a quemar la Casa de Gobierno...Venga, hable.

Entonces fui al balcón y hablé lo que pude improvisar en aquel momento. Imagínese, ni sabía lo que iba a decir...¡tuve que pedir que cantaran el Himno para poder armar un poco las ideas! Y así salió aquel discurso.”[10]

Antes de la llegada de Perón, Avalos había intentado utilizar a Mercante primero y al director de La Época, después para calmar a la multitud y lograr que la gente volviera a su casa. Sin intención de hacer caso a Vernengo Lima, que insistía en la idea de despejar la Plaza a balazos, hizo llevar a Mercante desde su lugar de detención al balcón de la Casa de Gobierno “donde se había instalado un micrófono, y (le exigió que) le dijera a la gente que Perón estaba a salvo. Mercante, sabiendo que otros trabajadores venían camino a la plaza, adoptó una maniobra dilatoria. Tomó el micrófono y comenzó su discurso con las palabras ‘El general Avalos’. El juego produjo los resultados esperados. La multitud lo obligó a callarse y no lo dejó continuar. Mercante se encogió de hombros y Avalos empezó a hervir.

La farsa continuó cuando Eduardo Colom sorpresivamente apareció en el balcón. El editor de La Época, el único periódico que apoyaba a Perón, agitó un ejemplar de la última edición y pidió permiso para dirigirse a la masa. Mientras Avalos titubeaba, el temperamental Colom tomó el micrófono. ‘Compatriotas’, comenzó, ‘el general Avalos me anuncia que el coronel Perón está en libertad.’ ‘No lo creemos’, fue la respuesta del coro. ‘Yo tampoco’, continuó el periodista, ‘pero voy al Hospital Militar donde me espera, y dentro de quince minutos lo traeré a este balcón. En tanto nadie se mueva.’”[11] 
 
Pasadas las once de la noche, Perón apareció, acompañado por Farrell, en el balcón. “Al ver su inconfundible figura, la imagen que durante toda la jornada había reclamado la gente, estalló una ovación que duró un cuarto de hora.”[12]

El presidente pudo decir unas palabras, entre cánticos e interrupciones de la multitud, que no le mostraba hostilidad gritando “Farrell y Perón / un sólo corazón.” La plaza entera cantó el Himno Nacional y, por fin, “Una explosión de multitud saludó su primera palabra:

-¡Trabajadores!

De allí en adelante no fue un discurso sino un diálogo lo que se oyó. Un diálogo muy diferente al que días atrás había sostenido Vernengo Lima con el público selecto de Plaza San Martín; aquel había estado enmarcado por el recelo, la histeria y la intolerancia de un sañudo coro que rechazaba las palabras del orador. Este diálogo de la Plaza de Mayo era, en cambio, una comunión de amor y fidelidad consagrada una y cien veces por la multitud.”[13]

“...hace casi dos años, desde estos mismos balcones, dije que tenía tres honras en mi vida; la de ser soldado, la de ser un patriota, y la de ser el primer trabajador argentino. Hoy, a la tarde, el Poder Ejecutivo ha firmado mi solicitud de retiro del servicio activo del Ejército. Con ello he renunciado voluntariamente al más insigne honor a que puede aspirar un soldado: llevar las palmas y laureles de general de la Nación. Ello lo he hecho porque quiero seguir siendo el coronel Perón, y ponerme con ese nombre al servicio integral del auténtico pueblo argentino.

Dejo el honroso uniforme que me entregó la patria, para vestir la casaca del civil y mezclarme con esa masa sufriente y sudorosa que elabora el trabajo y la grandeza de la patria. Por eso doy mi abrazo final a esa institución que es el puntal de la patria: el Ejército. Y doy también el primer abrazo a esta masa grandiosa, que representa la síntesis de un sentimiento  que había muerto en la República: la verdadera civilidad del pueblo argentino. Esto es pueblo...

-¡Es el pueblo! ¡Es el pueblo!

Esto es el pueblo sufriente, que representa el dolor de la tierra madre, que hemos de reivindicar. Es el pueblo de la patria. Es el mismo pueblo que en esta histórica plaza pidió frente al Congreso que se respetara su voluntad y su derecho. Es el mismo pueblo que ha de ser inmortal, porque no habrá perfidia ni maldad humana que pueda estremecer a este pueblo grandioso en sentimiento y número.

-¿Dónde estuvo? ¿Dónde estuvo?

Muchas veces he asistido a reuniones de trabajadores. Siempre he sentido una enorme satisfacción; pero desde hoy sentiré un verdadero orgullo de argentino, porque interpreto este movimiento colectivo, como el renacimiento de una conciencia de los trabajadores, que es lo único que puede hacer grande e inmortal a la patria.

Hace dos años pedí confianza. Muchas veces me dijeron que ese pueblo a quien yo sacrificaba mis horas de día y de noche, habría de traicionarme. Que sepan hoy los indignos farsantes que este pueblo no engaña a quien lo ayuda.

-¡Nunca! ¡Nunca!

Por eso, señores, quiero en esta oportunidad, como simple ciudadano, mezclarme en esta masa sudorosa, estrecharla profundamente con mi corazón, como lo podría hacer con mi madre.

-¿Dónde estuvo? ¿Dónde estuvo?

Preguntan ustedes donde estuve: estuve realizando un sacrificio que lo haría mil veces por ustedes. No quiero terminar sin lanzar mi recuerdo fraternal y cariñoso a nuestros hermanos del interior, que se mueven y palpitan al unísono con nuestros corazones desde todas las extensiones de la patria.


Y ahora llega la hora, como siempre, para vuestro secretario de Trabajo y Previsión, que fue y seguirá luchando al lado vuestro por ver coronada esa era que es la ambición de mi vida: que todos los trabajadores sean un poquito más felices.

-¿Dónde estuvo? ¿Dónde estuvo?

Ante tanta nueva insistencia les pido que no me pregunten ni me recuerden lo que hoy yo ya he olvidado. Porque los hombres que no son capaces de olvidar no merecen ser queridos y respetados por sus semejantes. Y yo aspiro a ser querido por ustedes y no quiero empañar este acto con ningún mal recuerdo.

Pido también a todos los trabajadores amigos que reciban con cariño este inmenso agradecimiento por las preocupaciones que todos han tenido por este humilde hombre que hoy les habla. Por eso hace poco les dije que los abrazaba como abrazaría a mi madre, porque ustedes han tenido los mismos dolores y los mismos pensamientos que mi pobre vieja habrá sentido en estos días.

-¡Un abrazo para la vieja!

Sé que se había anunciado un movimiento obrero; ya ahora, en este momento, no existe ninguna causa para ello. Por eso les pido como un hermano mayor que retornen tranquilos a su trabajo. Y piensen. Hoy les pido que retornen tranquilos a sus casas...

-¡Mañana es San Perón!

Y por única vez...ya que nunca lo pude decir como secretario de Trabajo y Previsión...les pido que realicen mañana el día de paro...

-¡Mañana es San Perón!

...festejando la gloria de esta reunión de hombres de bien y de trabajo, que son la esperanza más pura y más cara de la patria.

Recuerden que entre todos hay numerosas mujeres obreras, que han de ser protegidas aquí y en la vida por los mismos obreros, y, finalmente recuerden que estoy un poco enfermo de cuidado, y les pido que recuerden que necesito un descanso que me tomaré en el Chubut. Ahora para reponer fuerzas y volver a luchar codo a codo con ustedes, hasta quedar exhausto si es preciso.

Pido a todos que nos quedemos por lo menos quince minutos más reunidos, porque quiero estar desde este sitio contemplando este espectáculo que me saca de la tristeza que he vivido estos días.”[14]



Enrique Manson



[1]Luna, Félix, ob. cit., pag. 273
[2]Ibidem., pag. 274
[3]Perelman, Angel, Como hicimos el 17 de octubre.
[4]Chávez, Fermín, ob. cit.
[5]Declaraciones de Leopoldo Marechal en Andrés, Alfredo, Palabras con Leopoldo Marechal.
[6]La Vanguardia, 23/10/45
[7]Scalabrini Ortiz, Raul, Los ferrocarriles deben ser argentinos.
[8]Rosa, José María, ob. cit.
[9]Kelly, David, El poder detrás del trono
[10]Declaraciones de Juan Domingo Perón a Félix Luna, en El 45, pag. 342
[11]Page, Joseph. ob. cit., pag. 158
[12]Luna, Félix, ob. cit., pag. 292
[13]Ibidem., pag. 293
[14]Chávez, Fermín, ob. cit.

lunes, 16 de octubre de 2017

Mujeres argentinas. Derechos civiles y políticos.

“Soy un convencido de la necesidad de otorgar a la mujer los derechos políticos y apoyo con toda la fuerza de mi convicción el propósito de hacer esto una realidad argentina.  Es necesario dar a nuestra Constitución su plena aplicación dentro de las formas democráticas que practicamos, y debemos una reparación a esa Constitución, mutilada en lo que se refiere a la mujer… En síntesis, soy partidario de otorgar el sufragio a la mujer, porque no hay ninguna razón que se oponga a que esto llegue a concretarse en una realidad”

Juan Domingo Perón 26 de Julio de 1945


Eva Perón ante sus descamisados.
Pensar el lugar que ocupó la mujer en tanto actor social del proceso político que se inició a mediados de la década de 1940 con el arribo de Juan Domingo Perón a la presidencia de la nación, nos obliga a definir conceptos como ciudadanía y Participación política y por
otro lado, profundizar en los cambios que se dieron desde la llegada del peronismo al poder.  En consecuencia, no podemos dejar de mirar la figura y proyección política que a partir de este momento comienza a tener Eva Duarte de Perón, Primera Dama y referente  de mujeres y hombres de la masa trabajadora.


En los Estados modernos de la actualidad la ciudadanía no significa privilegio de clase social o de fortuna.  A pesar de esto, hasta fines de la década del 1940 las mujeres argentinas no gozaban totalmente de los derechos de ciudadanía incluyendo los derechos de participación política.

“Desde 1947 gozan del derecho de ciudadanía también las mujeres. Los derechos de ciudadanía tanto para el varón como para la mujer, se adquieren a los 18 años de edad. La ley de ciudadanía establece que los argentinos que hubiesen cumplido los 18 años, gozan de todos los derechos políticos conferidos por la Constitución y las leyes de la República. Gozan de dichos derechos tanto los ciudadanos nativos, como los ciudadanos por opción o por naturalización. Los ciudadanos naturalizados no pueden optar a la Presidencia o Vicepresidencia de la Nación, reservadas a los nativos o hijos de argentinos nativos.[1]

Comencemos haciendo un recorrido por los procesos políticos que tuvieron lugar desde el primer gobierno de Hipólito Yrigoyen hasta la sanción del sufragio femenino.  Si bien los primeros movimientos femeninos en pos del derecho a la participación política igualitaria son anteriores a la llegada del Partido Radical al poder, cabe señalar que siempre habían sido encabezados por mujeres o grupo de mujeres de clase acomodada y algunas de la oligarquía terrateniente.  Como dice el saber popular, nunca el opresor se levanta en favor de los derechos del oprimido.  El nuevo gobierno popular  interpretaba los intereses del pueblo, que había instaurado la libertad política con el sufragio universal, obligatorio y secreto (conocido comúnmente como Ley Sáenz Peña) y había reconocido a las mujeres los derechos civiles que le eran negados en el Código Velez Sarsfield. En este contexto político la masa de mujeres que pertenecían a la clase media urbana y pueblos del interior, comenzaron a percibir la posibilidad de ocupar un espacio que  les había sido negado desde la creación del Estado Argentino y que aún hoy posee rasgos conservadores decimonónicos.

Madre de Plaza de Mayo cuando  los argentinos eramos "DERECHOS Y HUMANOS"

Con la llegada de Alvear al poder y luego del golpe militar contra el segundo gobierno de Yrigoyen los derechos civiles y políticos de las mujeres quedaron relegados dado que hasta 1946 gobernarán el país distintos grupos políticos de carácter conservador, en consecuencia de raíz estrictamente patriarcal (Uriburu, Justo, Ortiz, Castillo).

El segundo período de gobiernos Nacionales y Populares se da entre los años 1946- 1955, es decir primer y segundo mandato (trunco este último) del General Juan Domingo Perón.  Cabe recordar que Perón accede a los primeros planos de la política nacional al desempeñar cargos claves en el gobierno del GOU que había derrocado a la administración de La Concordancia (1943) con Ramón Castillo en el Poder Ejecutivo tras el fallecimiento de Roberto Ortiz en 1942.  Con Perón ya en el poder el rol de la mujer en la sociedad comenzaría a ser reconocido aunque nunca equiparado al del hombre.

Es amplia y conocida la labor y la centralidad de los esfuerzos de Eva Duarte para lograr finalmente la incorporación de la mujer a la política nacional.  Por otro lado, es clara la importancia de la
conducción de la masa que se volcaría por primera vez a las urnas enarbolando las banderas de la justicia y el anti imperialismo, es decir, si bien Perón había ganado encabezando la lista del partido Laborista con más del 50% de los votos, es decir 304 electores contra 72 de la fórmula opositora, era necesario consolidar su liderazgo para enfrentar los embates del conservadurismo oligárquico. De esta manera el 11 de noviembre de 1951 más de tres millones y medio de mujeres votaron por primera vez a nivel nacional. El 64% de los votos femeninos se inclinaron por la fórmula Perón-Quijano que se alzó con 4.745.157  votos, es decir el 62% de los votantes.

Con Perón en el poder los derechos de los trabajadores, ancianos, niños y niñas tuvieron  un lugar central en las políticas del Estado.  Salud, educación, derechos laborales, vacaciones pagas y aguinaldo, en otros, fueron reconocimientos a derechos negados  por años al pueblo argentino.  Por otro lado, si bien el rol de la mujer tomó mayor visibilidad, tanto Perón como la propia Eva poseían una mirada sobre la mujer que la seguía manteniendo como soporte central de la actividad hogareña, compañera de su esposo y educadora de sus hijos en los valores tradicionales que tenían ahora en Perón y Eva a los padres de todas las familias trabajadoras.
La resistencia peronista luego del golpe de Estado de 1955, tuvo a muchas mujeres entre sus filas.  Pero siguieron siendo en su mayoría hombres los que intervenían y representaban al General Perón en la conducción de la resistencia desde el exilio.  Luego, llegados los años setenta y la incursión de la lucha armada y la guerrilla, las mujeres empuñaron las armas codo a codo junto a los hombres poniendo en juego su vida.  Muchas de ellas fueron secuestradas, torturadas y asesinadas luego de la muerte de Perón y el lamentable desenlace de su tercer gobierno.  Muchos de sus hijos nacieron en cautiverio y todavía no conocen a la familia de la cual fueron arrebatados.

Mujeres encabezando cambios profundos en Latinoamérica.


Confío en que el lector pueda comprender lo sintético de este artículo y la cantidad de omisiones que hemos debido hacer dado el espacio en el que este será publicado. 
Finalmente, es claro que las mujeres latinoamericanas están transitando un camino que esperamos termine con la desigualdad.  Han sido mujeres las que encabezaron las grandes transformaciones sociales y políticas de países como Brasil y la propia Argentina.  Es necesario que la igualdad de oportunidades no sea solo un discurso oportunista e interesado y se convierta en una realidad que nos permita crecer y madurar como sociedad.



marianotripi@gmail.com









[1] https://historiaybiografias.com/derechos_argentinos/

sábado, 14 de octubre de 2017

Esta juventud está perdida!!!!!!

Celebramos la primera participación en este espacio de la profesora María Taborda, quien nos ofrece en este artículo una mirada profunda sobre la juventud y los prejuicios de la sociedad adulta sobre ella.




     Cuando hablamos de los jóvenes, es inevitable escuchar muchas veces que “esta juventud está perdida”, que con estos pibes no tenemos futuro. Yo, ya adulta, lo escuché varias veces y la primera vez que lo escuché fue allá por el '93 cuando terminaba la primaria. En ese momento no le di mayor importancia, es más casi lo tenía olvidado, quizás en ese momento no me sentí ni parte de los adolescentes. Ese mecanismo de defensa que tenemos muchos de no sentirnos parte para no contestar. La segunda vez que lo escuché, fue en el secundario y de boca de un docente, recuerdo que un compañero le contestó al profesor diciéndole que él no estaba perdido, el docente dijo:
 -¿entendés que esa afirmación no era para vos, sino para otro tipo de jóvenes?-....
Pasa el tiempo y siempre la misma frase, la misma estigmatización, pareciera que algunas ideas, o mejor dicho algunas personas con sus ideas no evolucionan, creo que en este punto Darwin se equivocó con su teoría, no todos los miembros de la misma especie evolucionan, quizás algunos en apariencia si, “peeero” en sus ideas se quedaron en la edad de piedra.

Algunos adultos han tenido la maravillosa experiencia de"nacer grandes y maduros", entonces es imposible que, estos " adultos pensantes", puedan imaginar tan siquiera lo que siente un joven. Quizás creen que es condición sine qua non estigmatizar, desacreditar, violentar al joven. Quizás porque en su juventud sus adultos formadores le enseñaron eso y sin pensar repiten la historia, no pueden cortar el círculo.

Lo triste de esto es que muchas veces estos adultos con sus comportamientos abonan la idea de juventud perdida que necesitan los grupos poderosos concentrados para seguir tejiendo su telaraña de mentiras y sometimiento. ¿Por qué será que a medida que nos vamos haciendo adultos nos comprometemos menos, nos arriesgamos menos y solo pensamos en nosotros? Nos volvemos tan individualistas que uno podría entender que el capitalismo en su máxima expresión se ha apoderado, no sólo de nuestra mente, sino fundamentalmente de nuestra alma. Y así vamos por la vida cuidando sólo nuestros intereses, pero si algo nos ocurre condenamos a la sociedad toda por su falta de solidaridad, con la caradurez de sentirnos con derecho a reclamar, sólo porque me tocó a mí.



     En el jardín te enseñan a compartir, porque "el que come y no convida tiene un sapo en la barriga". Cuando se es joven y se reclama por igualdad, inclusión, etc. te reprimen y te llevan detenido, y no falta un " adulto" que diga: --que se joda para que corta la calle.- 
Cuando estás en la primaria te machacan y machacan con el " aprendamos a convivir" y luego cuando marchas en apoyo por la ley de matrimonio igualitario te preguntan si " saliste del ropero”, claro es imposible para esa gente que uno reclame por el otro.

Recuerdo patente como en secundaria nos enseñaron el respeto y el amor hacia los pueblos originarios, y me parece muy increible que hoy los " adultos" digan que estos pueblos son terroristas ( es la primera vez que veo que los terroristas tienen como armas de última generación palos y piedras) y justifiquen la desaparición de Santiago Maldonado diciendo  -¿para qué se mete si no era mapuche, seguro se fue, por algo será?- ( y otra vez esas frases de adultos que parecen no haber podido evolucionar, pero tampoco pudieron encontrar sensibilidad humana y respeto).

Juventud Maravillosa


Cuando hablamos de juventud nos olvidamos primero que alguna vez fuimos jóvenes, y que, lamentablemente, algunos adultos perdimos ese amor, esa fuerza, ese compromiso, esa solidaridad que sólo te da la juventud. Si la juventud estuviese tan perdida, por qué razón se encargan tanto de estigmatizarla y perseguirla, nadie dedica tanto tiempo ni tantos años a algo que cree perdido.  ¿Será que le tienen miedo, será que verlos nos recuerda a lo que fuimos y no tuvimos el valor de seguir siendo?

¿Qué juventud es la que está perdida? La que salió a marchar junto a los trabajadores en el Cordobazo? ¿La que marchó por el boleto estudiantil, cuyo reclamo les costó ni más ni menos que la misma vida? ¿La juventud que militó y resistió la última y más cruel dictadura? ¿La juventud que abrazó la vuelta de la Democracia? ¿La juventud que comenzó a participar de la política junto con la llegada de Néstor y Cristina? ¿Qué juventud está perdida, la que cuando se inundó por completo La Plata fue a ayudar al otro? ¿Qué juventud está perdida, esa que está convencida de que la patria es el otro? ¿Esa juventud que está luchando por su derecho a la educación y por los puestos de trabajo de sus profesores? ¿Qué loco, éstos jóvenes no luchan no reclaman sólo por ellos, luchan y reclaman también por los derechos de sus profesores, los mismos que después los estigmatizan, quizás porque dentro de su cerebro (cerebro de "adultos") aún no saben que en esa reforma educativa no sólo se pretende vulnerar los derechos de los alumnos ( transformándolos en objetos de trabajo y no en sujetos de derecho), sino también el de los trabajadores de la educación.

Asamblea de estudiantes frente a la reforma educativa en CABA


Yo creo realmente que le temen y le temieron siempre a esta juventud, por eso la demonizan. Tal vez estarían más contentos si la mayoría de los jóvenes sólo pensaran individualmente, si solo les importara el aquí y ahora, sino tuvieran otro plan más que el de zafar. Quizás deberíamos pensar y reflexionar que hasta la llegada de la dictadura los porcentajes de escolaridad terciaria y universitaria eran altos en nuestro país, luego con la dictadura y ni hablar de los '90 estos porcentajes disminuyeron, lógicamente acompañados del modelo económico que realmente necesitaba seres individualistas que creyeran que todos es producto del esfuerzo personal, es decir, la tan de moda meritocracia.

Quizás la juventud que se está extinguiendo es aquella a la que siempre quisieron denigrar, cuando en realidad la mayoría de nuestros adolescentes y jóvenes piensan y proyectan un futuro, futuro que por otra parte nos encargamos nosotros, los adultos de embargar a 100 años!!! Muy lindo como piensan y actúan los adultos. 

Si a los jóvenes los queremos hacer cargo del " futuro", pues bien, los adultos deberíamos dejarles un buen presente que les permita estudiar, y no tener que dejar la escuela porque gracias a los adultos, hoy ya no tiene que comer en la casa.

Quiero creer que la juventud que está perdida, o que se debería perder, es la que esos adultos egoístas alguna vez vivieron.



María Taborda