martes, 19 de septiembre de 2017

Todos al banquillo, la cámara está encendida.

Los medios de comunicación han tomado por asalto un espacio que, por acción u omisión, la justicia argentina ocupa o abandona según los vientos políticos que soplan.
J
De un lado y del otro de la mentada grieta, que a esta altura es más emocional que ideológica, legiones de medios, multimedios, periodistas independientes, periodistas comprometidos y fantoches oportunistas, se disputan el espacio de jueces y verdugos de las políticas y los políticos ante las próximas elecciones de medio término.
Las editoriales que se leen y escuchan tienen carácter de sentencia y difícilmente pueda escucharse una retractación cuando la lenta justicia sobresee a algún imputado que a estado o está en la gestión pública.  ¿Cuál es la verdad? ¿Acaso la verdad toma formas desconocidas en la medida en que le es útil y rendidora a los medios, o la verdad es la que determina la justicia? Parece ser más culpable un funcionario sobreseído por la justicia luego  que se investigara su patrimonio que un vicepresidente que multiplica exponencialmente su patrimonio en el término de dos años.
Acordemos que puede y debe haber varias miradas sobre una misma realidad, pero la verdad es una sola.  La VERDAD, señores periodistas, no se maquilla, no se manosea, la verdad no puede inventarse según la conveniencia del mecenas que los patrocina. Ni antes, ni ahora.
Por otro lado, creerse dueño de la verdad enarbolando los ideales de la democracia y el republicanismo es tan hipócrita como negar la corrupción y la caída del empleo y el consumo.  La verdad  se siente, con ella se convive, se respira al ritmo de la verdad.  La verdad está en los disparos que se escuchan por la noche en los barrios del conurbano bonaerense, es las villas de emergencia que estigmatizan a sus pobladores negándoles la posibilidad de trabajar.  La verdad está en las escuelas que ven resentida su matrícula por los jóvenes que no ven futuro en la educación o tienen que salir a trabajar.  La verdad está en las casas que se calefaccionan con una hornalla porque no pueden pagar la factura del gas o reponer la garrafa.
La verdad son fábricas que cierran y comedores que abren. La verdad es Sancor, Cresta Roja y talleres clandestinos.  La verdad es palo para los maestros y los primeros pobladores, la verdad es otro desaparecido en democracia.
Cuando los medios de comunicación dejen de armar la agenda de las prioridades del país y sea el pueblo el que decida las políticas de Estado según sus necesidades, seremos un país más justo.  Seguramente no superemos la grieta, pero a los únicos que les es funcional es a los mismos que la alimentan.  Nunca nos han asustado las diferencias, ni nos han impedido llegar a donde estamos.  Treinta años de Democracia a un precio que todavía nos cuesta pagar.  Treinta años de derechos no se resignan en un solo mandato.


marianotripi@gmail.com

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