Preguntarse de donde surge el conocimiento que orienta la conducta
en la vida diaria posiblemente sea uno de esos laberintos borgianos en los que
solo habita la bestia que indefectiblemente terminará por devorar a los más avezados.
Los círculos en los que abreva la percepción de la realidad
son cerrados. El lugar que se asume
frente a lo cotidiano se enfoca desde un solo perfil. Todo lo aprehendido no se ubica más allá de
la periferia. La realidad se conforma y
transforma al ritmo y antojo de vaya a saber que cruel y caprichoso relojero.
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La grieta es más rendidora que cualquier campaña política. |
Los engranajes de oscuras maquinarias adictas a la mentira y
el capital se congregan en un aquelarre pos moderno pariendo en ese acto “múltiples realidades” mostrando a cada
una de ellas como la verdad por excelencia.
¿Acaso la percepción de lo cotidiano está teñida no solo de
subjetividades propias de la imperfección humana, sino también de intereses
ajenos al propio ser que percibe?
Hay detrás de cada percepción la absoluta convicción de
estar ante un significado objetivo y a la vez coherente del mundo. Cuenta el mito
que ante la góndola de un supermercado y quejándose por la suba de los precios
de los productos que allí se exhibían se origina el siguiente diálogo entre dos mujeres: -No le parece que antes estábamos
mejor, esto con los precios no sucedía.- la interlocutora, una señora de unos setenta años, mientras
guardaba un paquete de manteca de procedencia al menos dudosa dentro del
pequeño canasto plástico, responde convencida, esclarecida, como esgrimiendo una
realidad suprema. – “estamos pagando la fiesta de los últimos
doce años”- luego, persuadida de
haber dado otra batalla por la justicia se aleja arrastrando los pies hasta
perderse tras una montaña de rollos de papel higiénico llenos de cachorros
coloridos.
La realidad de la vida cotidiana, acaso aquella con la que
convivimos minuto a minuto, también es construida desde fuera del propio
receptor. Esa realidad que se impone
urgente y punzante, esa realidad por excelencia, no es realidad. Hay un constructo erigido por diversos
actores sociales con un objetivo claro y a mediano plazo que se ha convertido
en una realidad alternativa, una realidad acaso más fácil de digerir, una
realidad que como compete a cada uno y no tiene lugar para las necesidades y
derechos del otro es más fácil entender.
El teatro está armado, el discurso está escrito. Por escenografía
se sostiene un viejo telón que grita con letras rojas y desprolijas “Pesada Herencia”. Si acaso se creía que la realidad del día a
día era imposible de olvidar, que su presencia era insoslayable, el discurso
republicano de la nueva derecha con olor rancio ha llegado para demostrar lo
contrario. Siguen las marionetas
bailando su danza hipnótica mientras se fugan las esperanzas y las entradas las
paga solamente el pueblo. Hay butacas
para unos pocos, el resto al gallinero.
marianotripi@gmail.com
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