No es un tema menor para el partido gobernante tener que enfrentar temas de
tamaña complejidad como los que atraviesa el país en este momento sin su postura de extrema alegría y displicencia, recordemos al señor presidente mofándose del candidato Daniel Scioli en el debate previo al ballotage o asegurando que el problema de la inflación era muy sencillo de solucionar entre tantas otras promesas que por acción u omisión se esfumaron con el pasar del tiempo. Es que no resulta suficiente la pose canchera y despreocupada. Las inversiones que vendrían tan solo por el cambio de gobierno brillan por su ausencia y los socios que los llevaron en andas hasta el sillón de la Rosada hoy juegan su propio juego, el de siempre.
Para el ego personal del señor presidente sería un duro golpe no lograr un segundo mandato. Ya ha expresado en varias oportunidades su intención de perpetuarse en el poder y por otro lado en más de una oportunidad ha dado rienda suelta a un discurso casi mesiánico al proferir que quiere ser recordado como aquel que hizo posible que los argentinos vivan mejor, no le estaría alcanzado el tiempo. Por otro lado, para aquellos beneficiarios de las políticas del gobierno será difícil encontrar en la cantera de la alianza PRO otro discípulo tan obediente.
Hacia adentro de la mesa chica del PRO, mesa en la que no parece estar el radicalismo y a la fuerza se hace lugar Elisa Carrio, el tema de la re elección es el gran tema. Todo se mide en términos electorales con miras al 2019. Por un lado, Macri y su intención de quedarse con la convicción que los números todavía le cierran ante cualquier candidato opositor (lectura muy posible), por otro lado, aquellos que sin soltarle la mano al patrón sueñan con encabezar la boleta amarilla en las próximas elecciones. Los que están lejos y posiblemente releguen su proyecto presidenciable para otros tiempos son, el jefe de gabinete de ministros, Marcos Peña, quien en estos momentos se pasea por el Reino Unido rindiendo honores a los ex combatientes ingleses (difícil de digerir para algunos) y el propio Jefe de Gobierno de la CABA que entre la preocupación de los canteros de la Plaza de Mayo y las inundaciones no tiene respiro.
María Eugenia Vidal se muestra como la alternativa posible y con mayor imagen positiva del oficialismo. El problema es que últimamente está un poco verborrágica y se olvida del personaje que recorría las barriadas compartiendo guisos en grandes ollas humeantes, dejando salir a la más arcaica y conservadora política liberal de su boca. María Eugenia está empezando a ser Vidal como Macri siempre fue Macri. No a las universidades para el pueblo, si no llegas a la cuota de “La Católica” te toca pala, a vos y toda tu descendencia.
Además, tendrá que enfrentar lo que le queda del mandato con las obras públicas que se están ejecutando en medio de un recorte del presupuesto del Estado que se hará sentir en todos los frentes. Mala época para María Eugenia. Aunque una buena campaña publicitaria hace todo posible, sino miremos al senador Esteban Bullrich, un híbrido creado con la lógica de Durán Barba que escondido detrás de la gobernadora hoy okupa (si con K de okupa) un lugar en el Congreso de la Nación.
Muchos se miden el traje, a algunos les queda demasiado holgado, a otros el desgaste de la gestión hace que casi ni les entre. Por otro lado, en la vereda de enfrente la oposición no muestra signos vitales.
MMT
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