martes, 5 de junio de 2018

Los defensores de la República. La Democracia te la debo.


Para la gobernadora de la provincia de Buenos Aires la oposición es mezquina. Para la dirigente de la Coalición Cívica Elisa Carrió, cofundadora de la alianza cambiemos fueron los actores K los que quisieron matar la Patria. Ambas desconocen la ley de control de tarifas vetada por la presidencia y consideran que el bloque opositor solo busca debilitar al presidente.  El propio Mauricio Macri mencionó en su explicación acerca del veto de la ley que la oposición tenía mayoría en el Congreso, como si eso fuese anticonstitucional o antidemocrático.






Siempre está en juego la mirada sobre la particularidad de la Democracia que se construye y reconstruye diariamente. En democracia se escucha decir que un gobierno es autoritario, se llega al límite de asegurar que es una dictadura y esto en boca de comunicadores que son formadores de opinión y que, en algunos casos, pueden llegar a incidir en el resultado de una elección.  Por otro lado, están aquellos que reproducen un odio visceral en contra del gobierno (sea del color que fuere)  que no atiende los intereses que ellos consideran prioritarios (muchas veces intereses económicos que los tienen de protagonistas).


¿Cuánto hay que hacer desde los medios para que la justicia castigue de manera ejemplar a la corrupción Kirchnerista y cuando el peronismo vuelva al poder, cuánto habrá que operar para que los dirigentes PRO afronten los carpetazos de la justicia? Dejó de ser la independencia de poderes uno de los bastiones de la Democracia. Existe una justicia mediática que juzga y castiga de manera exprés, según el ánimo y los intereses del grupo de medios al cual le convenga subir o bajar a algún dirigente.


Nos hemos acostumbrado a aceptar las acusaciones, muchas veces gratuitas e infundadas de señoras que solo poseen la legitimidad política que les otorga la pantalla.  Personajes que se han erigido por propia decisión, sin mérito alguno más que su propia voluntad en defensores de la República. Una República que solo ellos saben cómo ha de ser, que solo ellos están en condiciones morales de representar.



La pregunta que deberíamos hacernos, que tenemos la obligación de responder es quién decide la calidad democrática de nuestras instituciones.  Legisladores acusados de corrupción y juzgados ya por los medios y sus adversarios políticos, siguen en el parlamento o son encarcelados a partir de una medida judicial de fundamento por lo menos frágil.  Por otro lado, cantidad de funcionarios oficialistas con comprobadas cuentas off shore que evaden impuestos, compran dólar futuro, realizan operaciones financieras de dudosa legalidad.  Hasta el propio presidente asume su mandato estando procesado.  Un cambalache.


Los dirigentes políticos, sindicales y de todas las instituciones relacionadas con las actividades del Estado se han ocupado de construir un discurso democrático a medida de sus más espurios intereses.  Pero el problema es mucho mayor. La sociedad misma, salvo aquella que milita la democracia como una cuestión ideológica, ha perdido el interés por la práctica democrática.  A muchos hasta les pesa acercarse a las escuelas a emitir el voto.  Será que están desencantados o el discurso anti política los ha alcanzado y ha hecho mella en ellos.  Tras la frase “a mí la política no me interesa” se esconde un constructo que lleva años  macerándose en el caldero de quienes deciden por encima de los intereses del pueblo.





Seguramente debemos generar los espacios para que la democracia pueda ser una práctica cotidiana, apropiarse de ella. En las escuelas, en los barrios, entre la juventud, en la familia, en las asociaciones no gubernamentales.  Solo así, en algún momento de la historia de nuestra Patria seremos los argentinos quienes nos transformemos en jueces de las acciones de aquellos que democráticamente elijamos para que nos representen.

MMT

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