Mañana empieza el mundial de fútbol
Rusia 2018, pero para los argentinos la pelota empieza a girar el sábado. No importa lo devaluado que esté el equipo
futbolísticamente hablando, no importa el papelón de cancelar el partido en Jerusalén
y el desmanejo de la Asociación del Fútbol Argentino, poco a poco, partido tras
partido la pasión futbolera irá ganando el pecho de todos, hasta de los más fervientes detractores del
propio Messi.
Mientras gire la pelotita el debate
por la despenalización del aborto se tomará un respiro en las redes sociales,
en los grupos de wasap, en las reuniones entre amigos. No importa cuál sea el resultado de la
votación en la cámara baja, el tema seguirá instalado pero dejémoslo para después
del mundial. Si el proyecto de ley pasa a Senadores, el mundial le dará aire a
unos cuantos para posicionarse ante tamaña responsabilidad.
Mientras gire la pelotita seguirá su
marcha el ajuste made in FMI/Dujovne, habrá más despidos, paritarias sin
cerrar, facturas de servicios que no se podrán pagar, jubilados que no puedan
comprar los medicamentos porque no les alcanza el haber que perciben después del nuevo cálculo y el
aumento de los bienes de primera necesidad.
Mientras la pulga haga una gambeta y
nos llenemos nuevamente de ilusiones coperas, la inflación seguirá su carrera
ascendente, los agro exportadores seguirán esperando otra devaluación del peso
argentino, las PYMES seguirán cerrando sus puertas porque no pueden competir
con la importación y no pueden cubrir los costos de producción.
Mientras insultemos a miles de
kilómetros al 9 de la selección por su desafortunada puntería la Argentina
seguirá enfrentando el mayor nivel de endeudamiento externo de su
historia. Los trabajadores de Cresta
Roja seguirán esperando que el presidente cumpla sus promesas y la gobernadora
Vidal continuará exponiendo su clara ideología anti popular y clasista. Seguiremos conviviendo con integrantes de las
Fuerzas militares estadounidenses y quizás hasta la incorporemos al paisaje
habitual de nuestra tierra.

Pero “El tipo puede cambiar de todo. De cara, de casa, de familia,
de novia, de religión, de dios. Pero hay una cosa que no puede cambiar
Benjamín. No puede cambiar de pasión.”, así lo definió el personaje
de Guillermo Francella en “El Secreto de sus ojos” para dejar en claro el lugar
que ocupa el fútbol en el sentir de los argentinos.
Quién sabe, quizás un día nuestro
pueblo pueda darle rienda suelta a la pasión por la redonda sin miedo a que a
sus espaldas lo estén pisoteando. Este Rusia 2018 tiene olor a humo, solo dios
sabe que andarán haciendo detrás.
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