jueves, 20 de julio de 2017

Cómo construir una nueva mentira verdadera.

Se acercan las elecciones de medio término y el duranbarbismo, como híbrido que es, no tiene candidatos con peso propio ni con trayectoria en la gestión.  Claro ejemplo es el improvisado Candidato Esteban Bullrich, quien encabezó la cartera educativa sin haberse jamás ensuciado los dedos con tiza.  De cualquier manera queda claro que los dirigentes del duranbarbismo son gerentes y no ministros.

Aunque el efecto casi narcótico del discurso de la "pesada herencia"sigue haciendo de las suyas entre un grupo cada vez más reducido de víctimas de las promesas electorales del 2015, la necesidad de reinventarse en el medio del poco auspicioso presente y futuro económico y social ha llevado a los gerentes de marketing de la coalición gobernante ha invisibilizar a su propio candidato.
Improvisado como en educación, Bullrich hace asado para la foto.

El PRO juega a no jugar.  un candidato que no podría sostener un debate con ninguno de los demás candidatos de primera o segunda línea.  Recordemos que Bullrich votó a favor de las AFJP, mantuvo el conflicto salarial abierto de su área desentendiéndose de la obligatoriedad de una paritaria nacional y mostrando en más de una oportunidad su firme intención de disciplinar a los gremios docentes en general y a los docentes en particular.

El candidato menos pensado (por lo menos para el propio Bullrich), parece haber sido elegido por vaya a saber que juego fortuito para poner la cabeza en la guillotina y perder todo si los números no le son benévolos al gobierno.  Si el ministro gana, todo para el Cesar que habrá plebiscitado  su gobierno positivamente, si gana la fuerza encabezada por CFK la joven carrera política de Bullrich deambulará por algún ministerio u ocupará en el futuro alguna banca de las que entra por la inercia de algún buen cuadro político.

Esteban se inmola y los números de las diferentes consultoras parecen certificarlo.  ¿Será hora de subir al cuadrilátero y dar pelea? Las herramientas no parecen ser demasiadas, las ideas menos.  Basta recordar la brillante propuesta de palear el desempleo con pequeñas fábricas de cerveza artesanal.  Parece que no da la medida, parece.


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