Migajas del debate
17 de noviembre de 2015
Como un final de Copa América, el debate presidencial del domingo último congregó multitudes delante de las pantallas televisivas. Algunos con la clara sospecha que el encuentro tendría más de culebrón televisivo que de debate de propuestas, otros buscando un guiño que les permita definir su voto para el mentado balotaje. Ninguno de los dos tipos de espectadores fue defraudado.
El comienzo de la puesta en escena mostró a un MM desenfadado, canchero, sobrador, bien porteño, de los que se atreven a tratar de “vos” a cualquiera y en cualquier ámbito. Una presentación guionada que el candidato se encargó de cumplir al pie de la letra (Muy bien diez felicitado para el mejor alumno de Don Jaime). Del otro lado DS intentaba desmarcarse de su imagen de político apático, haciendo énfasis en sus propuestas, acompañando el discurso con un marcado lenguaje corporal, miradas fijas a la cámara y la necesidad de mostrarse enérgico y decidido.
Ante cada intervención, cada pregunta que los candidatos evadían para no salirse de su espacio de confort, sobrevolaba la presencia de CFK. Es difícil aceptar para propios y ajenos que el próximo presidente de los argentinos esté tan lejos (discursivamente hablando, entre otras muchas capacidades) de la actual mandataria. Es que CFK es la culpable de la pobreza del debate. La presidente, que termina su mandato con el nivel de popularidad más alto en la historia argentina, deja la vara muy alta. La jefa de Estado que se para frente a los representantes de las potencias del mundo en la ONU y sin ningún tipo de escrito expone, plantea, confronta y vuelca a su favor el voto de los presentes, le hubiese dado un nivel al tibio debate del domingo que lejos estuvo de tener.
Algunas migajas que se pudieron rescatar. El debate está organizado por una institución privada de la cual desconocemos el financiamiento. En segundo lugar, el acuerdo para debatir (turnos, tiempos, etc.) necesita ser pulido. Luego, los mediadores no estuvieron a la altura de las circunstancias, tengamos en cuenta que el propio Marcelo Magneto Bonelli introdujo en la primera pregunta cifras de la pobreza en la Argentina que lejos estaban de ser ciertas (basta ingresar en la página de UNICEF Argentina para comprobarlo). En cuarto lugar, el ritmo del show no daba espacio a que las fraudulentas cifras del jefe de gobierno de CABA fuesen refutadas. Finalmente, el intento de asociar al candidato del FPV con las políticas del actual gobierno nacional (lo que resulta absolutamente lícito al presentarse este como el hombre de la continuidad), no hicieron más que exponer las contradicciones del candidato porteño y poner sobre el tapete el voto en contra del bloque del PRO en relación a los derechos conseguidos en la última década (AUH, matrimonio igualitario, ley de fertilización asistida en la Pcia. de Bs AS, dos aumentos anuales para jubilados, estatización de YPF, estatización y puesta en valor de ferrocarriles y Aerolineas Argentinas, etc, etc, etc.)
Interrogarse acerca de cuáles serán las políticas de un hipotético gobierno de la derecha parece en vano. De cualquier forma (y es digno de reconocerse) se han ocupado en las últimas semanas de exponer cuales serían sus primeras medidas de gobierno. Devaluación de un 67% con un dólar que oscilaría los $16, aunque de manera casi risueña explican que esta megadevaluación no incidiría en los precios al consumidor. Esta última explicación parece propia de un personaje del popular humorista Diego Capusoto, pero lamentablemente lo plantean con tanta vehemencia que pareciera que saben de lo que están hablando. De cualquier manera es bastante sencillo. No hay forma de que un aumento en el dólar, una devaluación, no afecte directamente los precios, el salario, la producción nacional, el índice de empleo.
Habremos de esperar la soberana decisión del electorado. Sabremos luego si gerenciarán el país los empleados de Monsanto, Shell y Griesa ó seguiremos construyendo un país para todos, que incluya y sea más justo.