miércoles, 18 de noviembre de 2015

Migajas del debate

17 de noviembre de 2015

Como un final de Copa América, el debate presidencial del domingo último congregó multitudes delante de las pantallas televisivas.  Algunos con la clara sospecha que el encuentro tendría más de culebrón televisivo que de debate de propuestas, otros buscando un guiño que les permita definir su voto para el mentado balotaje.  Ninguno de los dos tipos de espectadores fue defraudado.

El comienzo de la puesta en escena mostró a un MM desenfadado, canchero, sobrador, bien porteño, de los que se atreven a tratar de “vos” a cualquiera y en cualquier ámbito.  Una presentación guionada que el candidato se encargó de cumplir al pie de la letra (Muy bien diez felicitado para el mejor alumno de Don Jaime).  Del otro lado DS intentaba desmarcarse de su imagen de político apático, haciendo énfasis en sus propuestas, acompañando el discurso con un marcado lenguaje corporal, miradas fijas a la cámara y la necesidad de mostrarse enérgico y decidido.

Ante cada intervención, cada pregunta que  los candidatos evadían para no salirse de su espacio de confort, sobrevolaba la presencia de CFK.  Es difícil aceptar para propios y ajenos que el próximo presidente de los argentinos esté tan lejos (discursivamente hablando, entre otras muchas capacidades) de la actual mandataria.  Es que CFK es la culpable de la pobreza del debate.  La presidente, que termina su mandato  con el nivel de popularidad más alto en la historia argentina, deja la vara muy alta.  La jefa de Estado que se para frente a los representantes de las potencias del mundo en la ONU y sin ningún tipo de escrito expone, plantea, confronta y vuelca a su favor el voto de los presentes, le hubiese dado un nivel al tibio debate  del domingo que lejos estuvo de tener.
Algunas migajas que se pudieron rescatar.  El debate está organizado por una institución privada de la cual desconocemos el financiamiento.  En segundo lugar, el acuerdo para debatir (turnos, tiempos, etc.) necesita ser pulido. Luego, los mediadores no estuvieron a la altura de las circunstancias, tengamos en cuenta que el propio Marcelo Magneto Bonelli  introdujo en la primera pregunta cifras de la pobreza en la Argentina que lejos estaban de ser ciertas (basta ingresar en la página de UNICEF Argentina para comprobarlo). En cuarto lugar, el ritmo del show no daba espacio a que las fraudulentas cifras del jefe de gobierno de CABA  fuesen refutadas. Finalmente, el intento de asociar al candidato del FPV con las políticas del actual gobierno nacional (lo que resulta absolutamente lícito al presentarse este como el hombre de la continuidad), no hicieron más que exponer las contradicciones del candidato porteño  y poner sobre el tapete el voto en contra del bloque del PRO en relación a los derechos conseguidos en la última década (AUH, matrimonio igualitario, ley de fertilización asistida en la Pcia. de Bs AS, dos aumentos anuales para  jubilados, estatización de YPF, estatización y puesta en valor de ferrocarriles y Aerolineas Argentinas, etc, etc, etc.)
Interrogarse acerca de cuáles serán las políticas de un hipotético gobierno de la derecha parece en vano.  De cualquier forma (y es digno de reconocerse) se han ocupado en las últimas semanas de exponer cuales serían sus primeras medidas de gobierno.  Devaluación de un 67% con un dólar que oscilaría los $16, aunque de manera casi risueña explican que esta megadevaluación no incidiría en los precios al consumidor.  Esta última explicación parece propia de un personaje del popular humorista Diego Capusoto, pero lamentablemente lo plantean con tanta vehemencia que pareciera que saben de lo que están hablando. De cualquier manera es bastante sencillo. No hay forma de que un aumento en el dólar, una devaluación, no afecte directamente los precios, el salario, la producción nacional, el índice de empleo.

 
Habremos de esperar la soberana decisión del electorado.  Sabremos luego si gerenciarán el país los empleados de Monsanto, Shell y Griesa ó seguiremos construyendo un país para todos, que incluya y sea más justo.

martes, 10 de noviembre de 2015

Para quienes gobiernan los que quieren gobernar?

Las políticas de Estado en nuestro país han estado sujetas a los vaivenes que impusieron los gobiernos de turno.  La construcción de proyectos sostenidos en el tiempo, con posibilidad de profundización, evaluación y re estructuración, es una cuenta pendiente de la ya no tan joven democracia argentina.

La alternancia en el poder del justicialismo y el radicalismo, que respetando sus ideologías de origen o traicionándolas impunemente (ninguno de los dos partidos es ajeno a esta situación), es el logro más importante de los últimos treinta años.  Fue necesaria la insoportable ausencia de treinta mil compañeros y compañeras para que el poder volviese al pueblo, para que los hombres y mujeres de este suelo se empoderasen y gritasen su verdad.  Pero esa batalla se gana con cada nieto recuperado, con el reclamo de memoria, verdad y justicia.  No en vano se llenaron las plazas de nuestra patria repudiando los intentos de golpe de Estado encabezados por los mismos carapintadas que se proponen ahora como defensores de las instituciones democráticas de mano de la misma derecha impune que acompañó el proceso conducido por Martínez de Hoz y Jorge R. Videla.

Los intereses de la remozada oligarquía portuaria argentina, se mantuvieron agazapados durante los últimos doce años, luego de las consecuencias del banquete que se dieron desde mediados de  la década del setenta, arrasando con fábricas, empresas del Estado, librando la economía a los vaivenes del mercado, condenando al 56 % de los argentinos al desempleo y a otro alto porcentaje al trabajo en negro y pésimamente remunerado.  El pueblo, luego de un largo letargo entremezclado con algunas costosas primaveras, hizo tronar el escarmiento.  El 20 de diciembre de 2011 la bestia que todo lo devoraba fue herida. Se vivieron tiempos de escases, furia y desamparo. El infierno se hacía presente en cada esquina. Emergieron comedores públicos en villas y barriadas humildes. Distinto tipo de organizaciones de sobrevivientes surgieron para dar respuesta a una crisis económica sin precedentes, acompañada por una imposibilidad de presencia del Estado que había sido fagocitado por años de políticas conservadoras en el ámbito político y liberales en lo económico.


Ante el fracaso rotundo de las políticas conservadoras dictadas por los organismos de crédito internacional la Argentina se encontró en el último de los infiernos.  Gobiernos que se sucedían carentes de legitimidad, oscuros intentos de salidas económicas que fracasaban por viejas y reprobadas, un pueblo agobiado por la inflación, el desempleo y la falta de respuesta de los dirigentes políticos.  Solo quedaron en pie aquellos líderes que se legitimaban por su acción diaria en los barrios, aquellos que daban respuesta inmediata a necesidades inmediatas.
Bastó solo el 22% de los votos para que la, aparentemente, última bestia del averno liberal huyese despavorida.  Fueron tiempos de construir, tiempos de escucha y diálogo.   Fueron tiempos de acción, sin miedo, mirando hacia atrás y teniendo claro cuál era el futuro.  Formar y conformar un modelo antagónico al que había llevado a la Argentina al cotidiano cartel rojo del riesgo país fue un desafío que se planteo con más convicciones que certezas.

Años de crecimiento, creación de empleo, políticas de inclusión, desarrollo de las economías regionales, record de presupuesto en educación, desendeudamiento, producción de energía, recuperación de los activos del Estado, reconocimiento de derechos relegados por décadas, desarrollo tecnológico sin precedentes, incorporación de valor agregado a la producción nacional, defensa de la soberanía nacional, políticas económicas generadoras de consumo interno y producción nacional, paritarias todos los años, aumento de jubilaciones dos veces por año y la lista podría seguir convirtiéndose en una enumeración interminable.

Ante la cercanía del balotaje y la soberana obligación de decidir entre un candidato o el otro se plantea el interrogante ineludible: ¿La Argentina cambiará de rumbo nuevamente? Lejos estamos de creer que aquellos que plantean un cambio llegan a proponer una profundización del modelo despojándolo de todo tipo de error que se haya cometido.  Existen claramente dos modelos, solo dos. Uno de ellos nos depositó en la peor situación que hemos tenido que enfrentar y el otro, el Nacional y Popular, nos ha traído hasta aquí.  Es mentira que el cambio que proponen es el futuro, es sencillamente el mismo y peor pasado. 

Finalmente, cabe reflexionar acerca de esa máxima de la política que afirma que ningún gobierno gobierna para todos. Cada política está enmarcada en los intereses de un sector. El sector que quiere convencernos de un cambio, claramente representa los intereses del histórico sector que ajustó siempre por la variable más vulnerable, por aquello que consideran un costo más, el pueblo trabajador. ¿Para quienes gobiernan los que quieren gobernar? parece ser la pregunta que pide a gritos respuestas a días de la segunda vuelta electoral.

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