La lealtad constituye el más sagrado bien del corazón humano. Séneca
De lealtades y traiciones va la política nacional de los
últimos dos años, por no decir que es la matriz de la propia práctica. Aunque acostumbrados a escuchar estos
términos en discusiones partidarias o en divisiones y rupturas de bloques
parlamentarios, en el contexto político y social que atraviesa la Argentina (en
otro nefasto diciembre de su historia) es necesario darles un valor que excede
ampliamente la chicana partidaria.
Con la mesa servida, los dueños de estancia se dieron el festín. |
Hay una anécdota muy conocida que relata la historia de
Guillermo de Pourcellet quien servía a las órdenes de Ricardo Corazón de León
en la Inglaterra del siglo XII.
Acompañado por algunos de sus caballeros, durante una cruzada a
Palestina, el monarca decidió salir de caza y fue emboscado por los guerreros
del Sultán. Al verse superados en número
y ante el inminente final de su rey, Pourcellet grito: -¡Yo soy el Rey! Los
sarracenos, que provenían de una antigua tribu del norte de Arabia, abandonaron
al legítimo rey y apresaron al caballero que se condenaba por lealtad a su
rey. Se dice que el Sultán Saladino al
saber de semejante acto de fidelidad perdonó la vida al caballero y lo entregó
a cambio de diez soldados propios apresados por los cristianos.
La lealtad es un bien
casi extinto en algunos contextos, un valor que carece de popularidad entre los
representantes del pueblo ya sea en el Poder Ejecutivo como en el Legislativo. Este
desprecio por cumplir con el mandato de los votantes se hace presente desde los
Consejos Deliberantes de los diferentes municipios hasta el Congreso Nacional,
pasando por intendentes, gobernadores y el propio presidente de la Nación. Las mentiras
durante las campañas políticas, las promesas que finalmente no se cumplen, o
que peor aún, se hace todo lo contrario a lo prometido, no son otra cosa que el
desprecio por la lealtad que se le debe al pueblo.
La imagen innecesaria. La total impunidad con que presionan y gestionan en favor de ellos mismos. |
Los acuerdos de gobernabilidad entre el Ejecutivo Nacional,
los gobernadores provinciales y los diferentes bloques de diputados son inconstitucionales. Los diputados representan directamente al
pueblo así como los senadores a las provincias.
El mandato les es otorgado por el votante al cual representan en la
Cámara y son sus intereses y no los del Ejecutivo los que deben defender. Los diputados no han querido representar el
mandato popular, hicieron oídos sordos y le dieron la espalda a las demandas de
la gente.
Aquel diputado que justificaba su voto anti popular a favor
de la Reforma Jubilatoria dando explicaciones acerca de la gobernabilidad de las
provincias y los males que tenían que enfrentar los gobernadores, tendrá que re
leer el manual del diputado advenedizo. Usted
señor no le debe explicaciones al gobernador de su provincia, se las debe a sus
coterráneos. Usted sabrá que nosotros
conocemos de los favores que se dan dentro de la política y posiblemente haya
llegado de la mano del gobernador a la puerta del Congreso, pero eso no lo
escusa, lo compromete más.
Falsas promesas. Ganar en base a mentiras y que te sigan creyendo. |
La falta de lealtad les cabe a los diputados que votaron en
contra de sus votantes siendo opositores, porque no están allí para aplaudir al
fantoche e inclinarse ante los mandatos del neoliberalismo más grosero y
asquerosamente explícito. Pero también,
el mismo reclamo debe hacerse a los diputados que representan a la alianza
gobernante. Estos últimos ganaron la
elección prometiendo lo contrario a lo que están haciendo, es decir, le
mintieron a la gente, la engañaron y ahora están despojándola de sus derechos.
trabajadores contra trabajadores. Estos también van a ser jubilados de la mínima, |
Este es el país que soñó Duran Barba, el FMI, las empresas
multinacionales y los lacayos que administran y gerencian el Estado. Poseen un aparato publicitario que convierte
el estiércol en oro, la mentira en verdad, la oposición y los manifestantes en
un enemigo. Esos son los medios de
comunicación que supimos conseguir derogando la Ley de medios
audiovisuales. Ya no están los
obsecuentes de 678 , ahora hay otros, esos que ayudaron a convertir la mentira
en verdad. Los que no mencionaron nunca la palabra represión durante las jornadas de violencia en las calles. Las fuerzas de seguridad reprimieron a
quienes agredían y a quienes no. Esa es violencia
estatal, violencia nunca justificada. Habría que preguntarse, luego de ver
como se ensañaban con los manifestantes y los apresaban como quien caza un
animal salvaje, hasta que lugar habrán corrido a Santiago Maldonado para que se
“ahogara” en un río muy distante de la ruta que debían desalojar.
Se es leal a los padres, a los hijos, a las parejas, a los
amigos, al club de fútbol; en cada uno de estos casos la pasión y el amor son
sentimientos que se conjugan y que hacen que estas relaciones sean respetadas
hasta límites a veces insospechados. No es
el caso de la política.
El hombre, retomando a Aristóteles, es a diferencia del
animal, es un ser político siempre que viva en comunidad, en sociedad, que sea
parte de un todo (nos permitimos esta licencia). Claramente no son, ni se sienten parte. Pareciera
que la elite política de hoy y de siempre (son las mismas caras salvo
excepciones) no representa más que sus propios intereses, intereses que les son
propios e impuestos. Luego de más de una
década de reconciliación entre la política partidaria y el pueblo, muchos están
empeñados en reflotar el “que se vayan todos” porque en ese contexto también son
ellos los que siguen en el poder.
El único leal sigue siendo el pueblo, pero a diferencia del
reconocimiento de Saladino al gesto de aquel cruzado, el poder en la Argentina
sigue ejecutando a la primera fila, a aquellos que son más débiles. Ni esa delicadeza
han tenido.